martes, 22 de marzo de 2011

Recuerdos

Cuando pienso en mis primeros años de instituto, me acuerdo sobre todo de inviernos largos, la noche caía muy pronto y no había un alma por la calle. Ahora que soy profesor me resulta increíble lo largo que nos parecía cada curso y lo corto que se hace ahora. Es curioso lo que se graba en la mente, más sensaciones que recuerdos. Lo que creías que dejaría una huella imborrable al final resulta que no era tan importante, pero lo que sí lo resultó fue la impresión general de la época. No una escena en concreto, sino una suma de las escenas cotidianas, el ir y venir por aquellas calles solitarias y oscuras en invierno, que eran seguramente los momentos en los que más estaba conmigo mismo, cuando vagabundeaba más que andaba enfrascado en mis pensamientos, los olores húmedos con el mar enfrente, las palmeras azotadas por el viento.

Situémonos: era la época en que los adolescentes escuchábamos aquella música descorazonadora y genial, deprimente y electrizante a la vez, cargada de guitarras duras y potentes, cuando nos considerábamos fuera de lo convencional, cuando rechazábamos el establishment - qué ingenuos - cuando "nos vestíamos con lo primero que cogíamos del armario", en mi caso sin mucho donde escoger. Los últimos años preinternet, aquellos en los que si conseguíamos un disco raro nos lo grabábamos en cintas de copias de copias que se oían fatal pero aún así disfrutábamos infinitamente más que los críos de ahora con los puñeteros politonos de usar y tirar (un disco para nosotros era un tesoro sin precio, un objeto de culto). Nosotros sí que apreciábamos la música, te aprendías cada acorde de cada tema hasta que rompías el cassette. Y qué inseguros éramos, nos creíamos los modernos de Almería, mirábamos por encima del hombro a los demás tíos y luego nos preguntábamos por qué esos palurdos ligaban y nosotros no (¿quién querría estar con esos en vez de con nosotros?): nunca nos atrevíamos a decirles nada a las chicas que de verdad nos gustaban y estaban locas por nosotros pero sólo fueron amigas.

Bailábamos dando saltos y golpeándonos, andábamos encorvados con la cabeza gacha y los pelos largos cubriéndonos la cara - "las greñas" eran nuestras melenas - aquellas reuniones en casa de alguien con unas birras viendo alguna peli gore o algún video de surf o skate con punk hardcore de banda sonora, o algún concierto también grabado con pésima calidad. El estereotipo de adolescente de entonces se suponía que pensaba que todo era una mierda y no había futuro, cuando en realidad queríamos vivir con todas nuestras fuerzas porque a pesar de todo éramos jóvenes y todo era nuevo y alucinante.

Lo curioso de todo esto es, que después de tanta música alternativa que escuchaba yo por aquel entonces todo esto me ha venido a la cabeza al escuchar una canción que para mí era demasiado "comercial", "Fairground" de Simply Red. No sé por qué, pero se me quedó grabada precisamente en uno de esos inviernos de adolescencia en los que poco a poco iba saliendo del pozo con ayuda de unos amigos cojonudos que con el tiempo se convirtieron en familia. El poder evocador de la música, que incluso una canción que solamente sonaba en el ambiente te resucita toda una etapa de tu vida, con sus olores, imágenes, etc.

Sin embargo, para que una música te resulte evocadora, has de escucharla en su momento y no hacerlo más hasta que pasen los años, porque si sigues escuchando un tema durante el resto de la vida, éste siempre te acompaña, por lo tanto es incapaz de resucitar un momento en concreto. Así que, ya puedo escuchar Pennywise, NOFX, Nirvana, Rage Against the Machine, que eran las bandas que me gustaban entonces, que no me despiertan esa sensación de flashback al haber seguido disfrutando sus discos todos estos años. Sólo pasa con aquellos temas que se quedan estancados en un momento de la vida, y que actúan como verdaderas "burbujas" temporales que estallan y te inundan de nostalgia.

La música es la hostia.


Y sí, después de tantos años, y bien entrado en la edad adulta, parece ser que quiero volver a ser crío y al fin veré en directo a los NOFX en Madrid esta Semana Santa... ¿Crisis de los 40 a los 33?

4 comentarios:

  1. Genial ,el que mas me gusta por ahora,será por que yo también viví esas mismas experiencias.
    Yo por mucho que oigo a esos grupos,no acabpo de cansarme,mira que llevo años,aun así siguen siendo mis favoritos,recuerdas?Ponernos aquella megausada cinta grabada por Sergio o Marcos,en la cara A,NOFX,ribbed,y en la cara B,pennywise,y el album del mismo título,para limpiar el cuarto y hacerlo a mil por hora,que buenos tiempos...

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  2. Jajajaja siempre que limpio un váter me pongo hardcore neng, y me acuerdo de aquello! Son cosas que nunca te abandonan...

    El cassette de los NOFX llevaba los NOFX en las dos caras y el de Pennywise llevaba por la otra cara el Leche con carne de los No Use... El de los NOFX se oía fatal!!! Pero así sonaba más hardcore...

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  3. JAjajaj,, cintacas y musicón, si es verdad que sonaban muy hardcore, que tiempos, y si , tenemos la crisis de los 33, yo me acabo de comprar una tabla de body y estoy en el gimnasio, jijiji

    Por cierto, quita la musica del blog que estoy escuchando Trice y se me acoplan los dos, enrrollate

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  4. Yo no viví esos tiempos de la misma manera, pero leyéndote me viene a la cabeza dónde estaba yo entonces. Y es verdad lo que dices de algunas canciones, a mí suele pasarme con las más malas.

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