lunes, 25 de junio de 2012

Recomendación lectora de hoy: El Temor de un Hombre Sabio

Tarea titánica la de leer este libro. Él solito tiene las mismas páginas (decena arriba, decena abajo) que la trilogía de El señor de los anillos. Y aparte de esto, de su longitud, según mi experiencia se lee a tirones, o más bien a impulsos. En su conjunto es un muy buen libro, pero a veces da la sensación de dar bastantes rodeos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su autor, Patrick Rothfuss es aún un escritor novato con su segunda novela, todavía ha de desarrollar la habilidad de dónde y cuándo meter la tijera cuando sea oportuno, dónde explayarse y dónde no, y sobretodo aprender a detectar cuándo corre el riesgo de exasperar al lector, porque varias veces a lo largo de su lectura he tenido que dejarlo durante un tiempo, y uno ya es un lector veterano y bastante encallecido.

El manuscrito original recién impreso para la editorial. Al lado, el recién nacido hijo de su auto
































r. 



Recordemos que estamos ante la autobiografía de un héroe legendario, Kvothe, que vive lejos del mundanal ruido bajo la identidad de Kote, el posadero de una pequeña aldea perdida. Un escriba lo descubre y le convence para que le narre su vida, y él accede. De manera que cada libro es un día de narración, de la mañana a la noche, donde Kvothe dicta y el escriba transcribe. De vez en cuando hay algún interludio, que suele coincidir con algún cambio significativo en la vida del héroe, y donde se nos muestra a Kote como un humilde y sencillo posadero además de dejarnos caer algo de la situación actual de las cosas, dando a entender que un gran peligro se cierne sobre el mundo.

Rothfuss puede llegar a ser un grandísimo escritor. Más arriba he comentado que el libro se lee a tirones, y ya dije que a veces exaspera por la cantidad de detalles y rodeos que da para que la trama avance. Dicho esto, también hay que decir otra cosa: cuando se pone interesante, no hay manera de soltar el libro, y sorprende continuamente hasta que decae el ritmo de nuevo y te da un giro que no esperabas. Y es que la mayor virtud de esta obra es que se aleja de los parámetros a los que nos tenían malacostumbrados los libros de fantasía. Cuando estábamos hechos a la típica búsqueda y viaje épico en el que salvar al mundo de las garras de las fuerzas del mal, va Rothfuss y nos mete de lleno en intrigas palaciegas, expediciones militares, proyectos universitarios, adiestramiento zen, venganzas sangrientas, educación sexual... a la vez que va desarrollando un mundo propio, con diferencias culturales enormes de un sitio a otro, cantidad de matices en el comportamiento de los personajes. Y sin embargo, haciendole honor al carácter bipolar que observo en esta novela, tiene un fallo enorme: la suspensión de credibilidad no se consigue a la hora de tratar el personaje principal, Kvothe. Básicamente porque es demasiado joven para ser tan perfecto en todo lo que emprende. En la historia tiene 17 años, y viene de la pobreza más absoluta, y sin embargo, es capaz de prosperar en una de las cortes más refinadas de su mundo. Ésta es la mayor flaqueza del libro: al perderse en tantos detalles descriptivos sobre la comida, la manera de vestir, las costumbres, etc, se desvía bastante en su objetivo principal, que no es otro (creo yo) que mostrarnos el camino a la madurez y finalmente a la leyenda de un personaje. Kvothe es maduro prácticamente desde que lo conocemos, desde los 8 o 9 años y además, cosa rara en un adolescente, casi nunca se equivoca. Yo, que trabajo a diario con adolescentes, siento esto especialmente dentro de la obra.

El chalado de Rothfuss vestido de duendecillo costalero, o gnomo, vete a saber...

Y sin embargo, he tenido que esperar a que la novela reposase un tiempo en mi cabeza después de terminarla. Resistí el impulso de escribir esta reseña inmediatamente después de cerrar el libro, porque lo acabé sin querer acabarlo y totalmente alucinado. Todos los fallos que he descrito previamente palidecen ante la sensación de puro gozo de crío chico que queda en uno al acabar, que te hace desear que fuera un cómic sólo porque así podría adquirir un nuevo ejemplar al mes siguiente. Y no puede uno esperar a que salga una nueva obra de Patrick Rothfuss para verle evolucionar y convertirse en el Gran Escritor de literatura fantástica que está destinado a ser.

Una última cosilla, que no tiene nada que ver con el libro en sí sino más bien con las rastreras tácticas editoriales para intentar darnos gato por liebre. Después de sobrevivir a la oleada de la saga Crepúsculo con la que cada libro de vampiros que se publicaba se hacía con una portada que seguía el diseño básico de las historias de Stephenie Meyer (especialmente doloroso era ver al Drácula de Stoke camuflado para intentar darle gato por liebre a una quinceañera despistada), el otro día hojeando libros en una librería me encuentro con esto:


Échenle un vistazo a la portada de El temor de un hombre sabio (la misma que la edición americana, por si a alguien se le ocurría pensar qué fue primero, si el huevo o la gallina):

Como dijo aquél, cosas veredes...


(Nota: El temor de un hombre sabio es la segunda parte de una saga que empezó con El nombre del viento. Es necesario leerse la primera para entender la segunda.)

sábado, 31 de marzo de 2012

Secuelas que dejan secuelas

De un tiempo a esta parte, estamos comprobando cómo la industria cinematográfica estadounidense se está quedando sin ideas y recurre cada vez más a la realización de remakes, secuelas, o adaptaciones de películas extranjeras. Incluso se han atrevido con juegos de mesa, como por ejemplo, Hundir la Flota, estrenada en España con el nombre de este juego en EEUU, "Battleship". Ahora mismo la tendencia es más acusada, aunque no es algo exclusivo de los últimos años, ya que al ser una enorme industria del entretenimiento que mueve cantidades ingentes de dinero, la maquinaria ha de estar en perpetuo movimiento y para que la producción no decaiga, los estudios han echado mano de cualquier excusa para continuar trabajando. La manera más evidente es la de "exprimir la gallina de los huevos de oro", si algo funciona, fabrica más de eso, esto es, realiza unas cuantas secuelas hasta que la teta no de más de sí.

En este post voy a reseñar, como el título indica, secuelas de las que (casi) nadie ha oído hablar, y que igual han podido sacar algo de dinero o al menos cubrir costes y dar para un par de cervezas y unas tapitas en el bar. Empecemos:

Ace Ventura 3 (2009). En esta ocasión no veremos a Jim Carrey por ningún lado, pero se nos presenta a su hijo con sobrepeso, que copia todo el vestuario de su papi, y sus gestos también. Una especie de Mini-Yo, pero con mini (o ninguna) gracia.



American Psycho 2: El legado de Patrick Bateman (2002). Lanzada directamente al mercado de vídeo, nos encontramos con una ahora emergente Mila Kunis (El cisne negro) y con el inefable William Shatner, alias Capitán Kirk. El director es Morgan J. Freeman (nada que ver con el actor, simplemente me resultó graciosa la coincidencia de nombres). La chica protagonista se vuelve psicópata tras haber conocido a Patrick Bateman y quedar fascinada por su mente retorcida. Así que desarrolla una mente enfermiza propia. Con el objetivo de seguir estudiando la materia, se incorpora al departamento universitario de ciencias sociales y del comportamiento, donde Shatner ejerce de jefe de departamento, un antiguo agente del FBI. Rachel quiere ser profesora asistente, pero será difícil conseguirlo. Por supuesto, ya contáis con que no se rendirá fácilmente y recurrirá a técnicas poco ortodoxas... A ver, que levante la mano quien conociera la existencia de esta secuela...

Mi gran duda es si Bret easton Ellis, el autor de la novela original, habrá recibido algún dinero de esta producción...


Unas rubias muy legales (2009). Ni rastro de Reese Witherspoon, esta vez les seguimos el rastro a sus primas inglesas también adoradoras del color rosa. Su papi es profesor y consigue un trabajo como profesor en una escuela americana hipersupermegapija. en cuanto llegan no tienen otro interés ni otra cosa más importante que hacer que desbancar a la chica popular de su posición privilegiada. También directa a vídeo, como es de ley.



La Guerra de los Mundos 2 (2008). Han vuelto los marcianos, ¡horror! Serie Z directa a vídeo, con efectos digitales chungos y casposos. Lo más destacable de esta peli es que su director y protagonista es un antiguo compañero de Tom Cruise en Rebeldes, aquella película de Francis Ford Coppola en la que se dieron cita chavales que se convertirían, en mayor o menor medida, en ídolos de quinceañeras en los años 80. Y éste es, ni más ni menos, que el mismísimo Ponyboy, el protagonista, C. Thomas Howell, el cual tuvo después la peor carrera de todo el grupo de jovenzuelos, que incluía a Ralph Macchio (Karate Kid), Rob Lowe (Class, Austin Powers 2 y 3), Patrick Swayze (Dirty Dancing, Ghost), Matt Dillon (Crash, Algo pasa con Mary, In & Out), además del propio Cruise. Qué le pasó a la carrera de Howell para acabar haciendo esto es todo un misterio, digno de una película de por sí. Uno no puede más que especular, después de ver semejante truño...



Bambi 2 (2006). Ni siquiera he visto nunca la original, y me vais a matar, e incluso me negareis cualquier autoridad para postear nada sobre cine en el futuro, pero qué quereis que os diga, nunca me llamó la atención. Igual me he perdido una obra maestra quién sabe. Aún así, aquí tenéis esto, para que veáis que no hay nada sagrado y que de todo se puede hacer secuela.



Crueles intenciones 3 (2004). Igual no sabíais que había una segunda parte, pues ahí os encajo la tercera... El argumento, via FilmAffinity es el siguiente:

Jason y Patrick, los dos alumnos más inmorales del Prestridge College, se apuestan seducir y abandonar a dos confiadas compañeras, pero su perverso juego termina en empate. Cassie Merteuil, una mujer fría y calculadora, se convertirá entonces en el trofeo definitivo que les lleve a desempatar. Sin embargo, saben que ahora todo será más complicado para ellos, porque Cassie no es otra de las inocentes alumnas del College, sino una mujer cruel, con fama de manipular a los hombres y de doblegar su voluntad hasta llevarles a límites que ni los dos depravados alumnos podrían imaginar...
Sugerente, ¿a que sí? La única conexión con el original, por lo que se ve, es que el apellido del guionista es Reese, como el nombre de una de las protagonistas de la primera, otra vez Reese Witherspoon.

Pijos aburridos y banales que disertan sobre sexo como si fuera una competición... ¡obsceno! ¡Ojalá pudiera yo!

Sin más, me despido hasta una próxima entrada, que espero no tarde mucho en llegar. Cualquier comentario es bienvenido, así como reseñas de más secuelas desconocidas y totalmente innecesarias que queráis recordar. 

jueves, 8 de marzo de 2012

El Teorema de los Infinitos Monos

Si alguien ahí fuera ha seguido este mi humilde blog, se habrá percatado de que, a pesar del modesto "rediseño", en el banner del título siempre hay un mono aporreando una máquina de escribir. El mono que había en el diseño anterior, es una ilustración de Brian Bolland para el número 25 de la serie de comics Animal Man, titulado "El rompecabezas del mono". En el interior, un mono aparece escribiendo el guión de lo que está pasando en ese mismo momento en el cómic. Es parte del periplo que sigue el protagonista hasta descubrir finalmente que no controla su vida, que no es más que un personaje de cómic creado para entretener a la gente.

Animal Man #25 (1990)
Yo lo leí cuando era apenas un adolescente, y el concepto de un mono tecleando un guión de cómic me pareció muy original, pero no pasé de ahí. Ha sido a lo largo de los años que al releer estos comics (los cuales recomiendo fervientemente su lectura), que he ido descubriendo nuevos detalles que en una primera lectura y a tan temprana edad se me escaparon. Uno de los mejores es descubrir que hay montones de referencias a diferentes áreas del pensamiento, incluídas las matemáticas. Y es que un mono con una máquina de escribir y las matemáticas parecen, a priori, en las antípodas uno con respecto al otro.

La imagen del mono y la máquina de escribir viene de un enunciado matemático muy conocido que reza:
Un mono aporreando una máquina de escribir durante un tiempo infinito podría llegar a escribir cualquier texto dado, como por ejemplo las obras completas de Shakespeare.
Este teorema se usa para ilustrar lo difícil que es intentar abarcar el concepto de infinito. El teorema es cierto, en un tiempo suficientemente grande el mono acabaría por escribir las obras completas de Shakespeare, y las de Cervantes también si hiciera falta, pero la probabilidad de que eso suceda en un intervalo de tiempo tan grande como la edad del Universo es prácticamente nula. ‘Infinito tiempo’ no es ‘mucho tiempo’, sencillamente es… infinito.


Otra variante del teorema afirma que infinitos monos podrían escribir cualquier texto dado en cualquier intervalo de tiempo (no necesariamente infinito). La analogía es la misma. ‘Infinitos monos’ no quiere decir un millón de monos, ni miles de millones, sencillamente quiere decir… infinitos. Los ‘monos’ en realidad son una metáfora de cualquier dispositivo capaz de generar texto aleatoriamente. El teorema se puede generalizar, en el sentido de que cualquier experimento aleatorio podrá producir un determinado resultado siempre que la experiencia se realice tantas veces como sea necesario.

Esta es una explicación sencillita, ideada para los nulos en matemáticas como lo es un servidor de ustedes. pero rastreando un poco, uno se da cuenta de que esta idea está bastante enraizada en la literatura y la cultura popular.

El relato La biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges, describe una biblioteca que contiene todos los libros posibles generados de la permutación de 25 signos en 410 páginas. Entre todos los volúmenes tiene que estar el definitivo, el que contenga la verdad sobre el universo. Por eso los habitantes de la biblioteca consagran su vida a encontrar este libro total. Borges hace referencia explícita a la idea de un mono infinito en su ensayo La biblioteca total, que de alguna manera es precursor de La biblioteca de Babel.

Michael Ende en su famoso libro La historia interminable plasma esta idea en un país de Fantasía, cuyo vigilante es un mono. Sus habitantes, llamados los Antiguos Emperadores, juegan "El juego de la arbitrariedad", en el que lanzan una especie de dados de letras cuyos resultados van compilando. Cada ciertos años surgen palabras, "si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando".

En la obra de Tom Stoppard Rosencrantz & Guildenstern están Muertos un personaje dice "Si un millón de monos..." y luego no puede continuar, debido a que el personaje está en Hamlet. Luego, finaliza la frase de manera diferente.

El teorema es también la base de la obra de teatro de un acto de David Ives, llamada Words, words, words, que aparece en su colección All in the Timing. En ella, tres monos, llamados John Milton, Jonathan Swift y Franz Kafka son recluidos en una jaula hasta que escriban Hamlet. Hay un relato corto en tono de humor de R. A. Lafferty llamado Been a Long, Long Time en el cual un ángel es castigado a tener que repasar el texto hasta que en algún futuro distante (después de que un trillón de universos hayan nacido y muerto) los monos produzcan una copia perfecta de una obra de Shakespeare.

Sin embargo, lo más divertido es la aparición de los monos en la cultura popular. Os voy a poner dos ejemplos:

Un episodio de Los Simpsons contiene una escena en la que el señor Burns tiene una de las habitaciones de su mansión llena con mil monos con máquinas de escribir, uno de los cuales es castigado por escribir mal una letra de Historia de dos ciudades de Dickens. Ahí la tenéis:


La traducción no es buena. Debería leer: "fueron los mejores momentos, fueron los pheororn momentos", y decir "¡no tiene sentido!"

En el episodio de Padre de familia El rey ha muerto, aparecen un grupo de monos colaborando en una línea de Romeo y Julieta de Shakespeare en una escena cortada. No aparece en Youtube por cosas de los derechos de autor, pero aquí os dejo un enlace con el episodio completo, por si queréis verlo:
http://www.kewego.es/video/iLyROoaftuDF.html

Por último, unos cuantos enlaces curiosos para que veais más cosillas sobre este concepto y lo popular que es en la web:

The Monkey Shakespeare Simulator: una web que simula monos tecleando al azar buscando probar el teorema.
Parable of the Monkeys: contiene citas literarias que se refieren al teorema de los monos infinitos.
El Teorema de los Monos Infinitos: para aquellos de vosotros que queráis una explicación completa en castellano, con su demostración y todo. Apto sólo para matemáticos.
La biblioteca de Babel: el relato de Borges, para leer online.

martes, 6 de marzo de 2012

Otro Nirvana, ¿es posible?


Hoy os traigo un gran artículo de  Xavi Sancho publicado en El País el 4 de diciembre de 2009, a vueltas con el empobrecimiento general de la industria musical mainstream y el porqué ya no surgen grandes bandas que conquisten el mundo y pervivan en la memoria de los aficionados a un nivel global.

Disfrutad.

El cruce de bandas entre ‘mainstream’ e ‘indie’ ya no existe” (Luke Lewis, ‘NME’)

Kurt Cobain, paradigma de artista minoritario con éxito masivo, es difícilmente repetible. Los grupos comerciales, en cambio, sí se nutren hoy del talento alternativo. Y lo vampirizan. ¿Hay futuro (remunerado) en la música indie?
Kurt Cobain
 
Desde 1992, el premio Mercury distingue al mejor disco del año editado en el Reino Unido. Concedido por un comité de sabios, es saludado como lo mejor que le puede pasar a un grupo. En 1993, Suede se lo llevó con su debut, derrotando por un solo voto a The Auteurs. Suede vendieron más de un millón de copias y cuando se separaron habían colocado 19 temas en el top 40 británico. El disco de The Auteurs llegó al 37, y el último single que editaron fue top 66. El premio era el atajo por el que el público masivo se acercaba a lo alternativo.

Este año, el Mercury lo ha ganado una chica llamada Speech Debelle con un álbum titulado Speech therapy. ¿Les suena? A sus compatriotas, tampoco. El disco no ha pasado del puesto 60 y a su concierto de Sheffield durante la gira de celebración del galardón acudieron 50 personas. “El cruce de bandas entre indie [minoritario] y mainstream [comercial] ya no existe. Era muy placentero ver a tu banda indie compartir programa de televisión con alguna megaestrella. Eso ya no sucede y es una desgracia, sobre todo para Speech Debelle”, comenta el periodista del semanario musical británico New Musical Express Luke Lewis.

“Hoy es imposible tender una emboscada al mainstream”, comenta Javier Liñán, de El Volcán Música y el hombre que llevó a Los Planetas a RCA, al respecto del hecho de que la única forma de calibrar hoy la repercusión de una banda indie sea contra sus amigos en Myspace. “En los ochenta podías meter a tu grupo en rotación en la radiofórmula, pero desde la llegada de cosas como Kiss FM es imposible. Desde los medios masivos se ha dejado de apoyar músicas que no sean las preeminentes. En España ha habido éxitos relativos, como los de Russian Red o Vetusta Morla, pero su influencia ha sido muy limitada”.

Los grandes sellos, que en los noventa fichaban bandas indies como animales de compañía y esperaban que alguna les hiciera “un Nirvana”, hoy ya no fichan ni a la señora de la limpieza. Las bandas indies asumen hoy que en esa liga no tienen nada que hacer. “Bueno, eso los indies en el sentido clásico del tema, los que poseen unos principios de independencia y nula vocación por trascender”, sentencia Liñán.

Esta década nos ha dado una nueva estirpe de indies que sueñan con estadios. Desde Coldplay
hasta The Killers. Un perfil de músico surgido en la independencia y pronto asimilado por el mainstream, pero no porque le haya cortado las alas y le haya borrado las credenciales underground, sino porque ellos también quieren ir a África y enseñarle al mundo una canción. “Años atrás hubiese sido impensable que bandas de la portada del NME estuviesen influenciadas por U2 o Bruce Springsteen”, comenta Andy East, antiguo presidente del sindicato de productores musicales del Reino Unido y director del curso de management y desarrollo artístico del London Collage Of Music. “Hoy podría entenderse como consecuencia lógica de un ciclo, pero creo que tiene mucho más que ver con el hecho de que estas estrellas clásicas se han introducido en el ideario alternativo actuando en Glastonbury, por ejemplo, y dándose a conocer a las nuevas generaciones”.

El mismo trayecto se ha recorrido a la inversa. Mucho alternativo ha caído en las redes de Beyoncé, Gwen Stefani o Rihanna. El pop masivo ha sabido surtirse de talento supuestamente underground, dotándole de un buen arsenal de valores a la moda que han desembocado en hechos impensables, como que Crazy in love, de Beyoncé, sea nombrada mejor canción de la década por el NME. Sobre esto Gerardo Cartón, de PIAS, aclara que “Madonna y Christina Aguilera no quieren ser indies ni hartas de anfetas. Sólo se aprovechan de su talento. No aguanto a esos grupos alternativos que quieren ser mainstream. Valoro a una superestrella del pop que, pudiendo hacer basura, se rodea de gente con talento para hacer discazos, como los de Madonna, Lilly Allen, Mika o el último de Britney. Mejor eso que unos Coldplay pretenciosos acudiendo a Brian Eno para acabar haciendo un disco de puro AOR”. Stuart Price ha sido colaborador de Madonna, Linda Perry ha escrito para Gwen Stefani y hasta el tipo de The Bravery es autor del single de Shakira. Pocos fans de Maddie escuchan Les Rythmes Digitales, a Perry nadie con sus capacidades mentales intactas le ha pedido que reúna a 4 Non Blondes, y si a alguien se le ocurre abrir un grupo de Facebook pidiendo el retorno de The Bravery, se le debería juzgar en La Haya. La culpa la tiene Kurt Cobain, y las únicas que lo pueden remediar son las marcas. Esta frase podría inspirar lo que el periodista Charlie Brooker denomina un bukkakke satánico, pero hay ciertos agentes de todo esto que no la encuentran tan descabellada. Cartón admite que, al poner de moda lo indie, Nirvana hicieron que cualquiera pensara que merecía estar en la MTV”. Por eso la MTV se pasó a hacer programas cuyo guión parecía sacado de un artículo de la revista Bravo
 
El sustento de lo alternativo viene del directo y muchos promotores no contratan grupos sin disco. Por eso es más que legítimo buscar fuentes atípicas de ingresos. Alerta: entramos en fase mercadotecnia. Románticos y asiduos a foros indies, pasen a la sección de deportes. “En cualquier aventura financiera, la sincronización lo es todo. Para los que escriben canciones, incluso más”, comenta Andy East. “La pérdida de ventas se subsana colocando temas en anuncios, bandas sonoras o con el patrocinio de una firma”. Hervé Locatelli, director de marketing para España y Portugal de Levi’s, una firma asociada a la música, plataforma de lanzamiento de muchas bandas y protagonista inesperado en todo este embrollo, sabe que trabajar con Beyoncé da repercusión, pero apoyar nuevas bandas que nadie va a conocer jamás ofrece un retorno más complicado de calibrar, pero con más pedigrí. Algo así como esas revistas que venden tres ejemplares y llegaban llenas de anuncios de moda de lujo. “Toda la música en nuestra web procede de bandas emergentes. Vienen a nosotros o vamos a buscarlas. De hecho, a veces es nuestro propio staff el que nos sugiere grupos, desde los dependientes hasta los modelos, gente de 20 años que viaja por el mundo y desarrolla un gusto ecléctico increíble. Muchas veces no hay diseño detrás de todo esto, como es el caso de Josh Breed, la imagen de nuestras tres últimas campañas y a quien descubrimos siendo cantante de una banda indie. Ha tocado en nuestros festivales y su banda aparece en nuestra web, logrando doblar el número de fans en cuestión de meses”. En el futuro, el underground se significará por las multinacionales textiles y el mainstream se expresará a través del talento indie. Cuando apareció Kurt Cobain con su jersey a rayas y sus cheerleaders en la MTV, ni el más visionario hubiese previsto semejante escenario.